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DPF y FAP en motores diésel: diferencias reales y errores comunes

DPF y FAP en motores diésel: diferencias reales y errores comunes

En los diésel modernos el control de partículas finas depende de un filtro instalado en el escape. A ese filtro se le llama en general DPF (Diesel Particulate Filter). FAP es el nombre que popularizó PSA (Peugeot-Citroën) para un DPF que trabaja con aditivo de combustible, un catalizador que facilita la regeneración. Entender esa diferencia te ayuda a comprar el aditivo correcto, planificar el mantenimiento y evitar atascos o averías costosas.

Qué es un DPF y cómo regenera

El DPF atrapa el hollín del escape. Cuando se llena, necesita regenerar: quemar ese hollín elevando la temperatura del filtro. Hay tres formas de regeneración: pasiva, activa y forzada. La pasiva ocurre cuando las temperaturas de escape son altas durante la conducción normal; la activa cuando la unidad de control sube la temperatura dosificando combustible; y la forzada cuando se hace con un equipo de diagnóstico en taller.

Qué es un FAP

FAP (Filtre à Particules) es un sistema de filtro de partículas con un aditivo específico que se dosifica al repostar. Ese aditivo actúa como catalizador y baja la temperatura necesaria para quemar el hollín, lo que permite que el filtro regenere con mayor facilidad en trayectos urbanos. El aditivo se almacena en un depósito o bolsa independiente y la central del vehículo controla la dosificación. Con el tiempo es necesario reponer el aditivo y reiniciar el sistema con diagnóstico.

Diferencias entre DPF y FAP

La principal diferencia práctica está en el uso de aditivo. El DPF convencional no utiliza aditivos, mientras que el FAP sí. Gracias a esto, el FAP puede regenerar a temperaturas más bajas, lo que resulta ventajoso en recorridos urbanos. Sin embargo, exige un mantenimiento adicional: vigilar y reponer el nivel de aditivo y resetear la central. Otra diferencia es que el uso de aditivo incrementa la acumulación de cenizas incombustibles en el filtro, lo que con el tiempo puede requerir limpieza o sustitución.

Mantenimiento recomendado

Conducción adecuada para regenerar
Conviene realizar trayectos de al menos 15 a 30 minutos a régimen estable cuando el uso urbano es predominante, para facilitar la regeneración. En los DPF sin aditivo este hábito es aún más importante.

Aditivo en FAP
Es necesario revisar periódicamente el nivel de aditivo y reponerlo cuando corresponda. Al hacerlo, se debe reiniciar el sistema con herramienta de diagnóstico para que vuelva a dosificar correctamente. Además, es importante usar la formulación adecuada de aditivo, ya que existen distintas versiones según la generación.

Aceite y combustible de calidad
El uso de aceite bajo en cenizas sulfatadas ayuda a reducir la acumulación de cenizas en el filtro. Un combustible de calidad también favorece regeneraciones más limpias.

Sensores y estanqueidad
Un sensor de presión diferencial o de temperatura defectuoso puede impedir regeneraciones o provocarlas de forma incorrecta. Además, cualquier fuga en el sistema de escape altera las lecturas y favorece los atascos.

Limpieza o sustitución por cenizas
Con el tiempo, la acumulación de cenizas llega a un límite que no se elimina con regeneraciones. En ese punto es necesario realizar una limpieza profesional del filtro o sustituirlo.

Señales de alerta y errores comunes

Regeneraciones muy frecuentes o avisos de saturación indican que algo no funciona correctamente. Puede tratarse de conducción inadecuada, sensores defectuosos o, en el caso del FAP, bajo nivel de aditivo. Otro síntoma típico es el aumento del consumo de combustible y el ventilador encendido después de parar el vehículo, señales de regeneraciones activas repetidas. Ignorar los avisos de aditivo bajo en sistemas FAP es un error común que termina bloqueando el filtro. Y, finalmente, eliminar o manipular el filtro es ilegal en muchos países y puede acarrear daños al motor.

¿Cuál conviene más?

No existe un sistema mejor de forma universal. El FAP, gracias al aditivo, es más adecuado para recorridos urbanos y trayectos cortos, ya que necesita menos temperatura para regenerar. El DPF convencional funciona bien en vehículos que circulan con frecuencia por carretera abierta, donde se alcanzan fácilmente temperaturas elevadas. En ambos casos, el éxito depende de un buen mantenimiento, uso de aceites y combustibles adecuados, sensores en buen estado y hábitos de conducción que favorezcan las regeneraciones.

En resumen:

El DPF es un filtro seco que no utiliza aditivo y requiere temperaturas altas para regenerar. El FAP es un DPF con aditivo que baja la temperatura de regeneración y facilita el uso urbano, pero exige mantenimiento adicional. Ambos acumulan cenizas con los kilómetros y, tarde o temprano, necesitan limpieza o sustitución. Mantener en buen estado estos sistemas es clave para reducir emisiones, proteger el motor y evitar reparaciones costosas.

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